En la vida encontramos a personas con buena salud, bellas, inteligentes, ricas, que gozan de las mejores condiciones y tienen éxito en todo lo que emprenden, y a otras, por el contrario, tan desgraciadas que, hagan lo que hagan, van de fracaso en fracaso. ¿Cuál es el origen de esta desigualdad de condiciones? A menudo mucha gente se queda perpleja ante lo que parece ser verdaderamente una injusticia del destino. Si preguntAn a los científicos sobre la razón de estas desigualdades, la mayoría les dirán que se deben al azar. Y si van a buscar a los sacerdotes, a los pastores, les responderán que es la voluntad de Dios.
Algunas veces les hablarán de la predestinación y de la gracia, pero esto no hace más que añadir otra injusticia. De todas formas, decir “es la voluntad de Dios” no es muy diferente de decir “es el azar…”
… No, en realidad, hay una explicación para todas las injusticias aparentes de la vida: es la ley de la reencarnación. Y la Iglesia no se ha dado cuenta de que negando esta ley, ha presentado al Señor como un verdadero monstruo.
http://www.youtube.com/watch?v=gmLIeGgscjwLa explicación es que en el origen Dios nos lo ha dado todo, también nos ha dado la libertad, pero nos hemos servido de esta libertad para llevar a cabo experiencias costosas. Y el Señor, que es generoso, paciente, nos deja hacer, diciendo:
“Son mis hijos. Los pobres, sufrirán, se romperán la cabeza, pero eso no importa, porque yo seguiré dándoles mis riquezas y mi amor. Tienen numerosas encarnaciones por delante… Aprenderán y sentarán cabeza.”
Por tanto, Él nos ha dejado libres, y todo lo malo que nos sucede ahora es culpa nuestra, lo hemos merecido. Y todo lo bueno que nos sucede, también lo hemos merecido, es el resultado de nuestros esfuerzos en las anteriores encarnaciones…
… el conocimiento de esta ley de la reencarnación es también uno de los fundamentos de la moral. Mientras no se haya instruído a los humanos sobre esta ley de causas y consecuencias que sigue actuando de una existencia a las siguientes, podemos intentar que mejoren dándoles todos los sermones que queramos, pero esto no sirve de mucho, no cambian. Y no sólo no cambian, sino que se rebelan al considerarse víctimas de la injusticia social, envidian y combaten a los que consideran más privilegiados que ellos, y de esta forma no hacen más que complicar la situación. Pero aquél que sabe que las dificultades y las pruebas que encuentra en su existencia son el resultado de sus transgresiones pasadas, no solamente acepta sus dificultades, sino que se decide a trabajar para el bien, con el fin de mejorar sus encarnaciones futuras.
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